Los remanentes estelares: ventanas al origen y evolución del universo


Los remanentes estelares, los restos de estrellas al final de su vida, son fundamentales para desentrañar los misterios del universo y su evolución. Según William Henry Lee Alardin, físico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con más de 20 años de experiencia en la observación de estrellas de neutrones y agujeros negros, estos remanentes no solo nos permiten estudiar el origen del cosmos, sino que también impulsan la innovación tecnológica.

Lee Alardin explicó que, mientras las estrellas pequeñas terminan su vida de manera tranquila al convertirse en enanas blancas, las estrellas masivas explotan violentamente en una supernova, arrojando elementos a velocidades cercanas a los 30,000 kilómetros por segundo. Estos eventos son esenciales para la formación de elementos químicos como carbono, oxígeno, hierro y uranio, que constituyen no solo las galaxias y planetas, sino también la materia de la que estamos hechos.


Estudiar remanentes estelares: más que entender el pasado


El físico destacó que estudiar remanentes como las enanas blancas, estrellas de neutrones y agujeros negros proporciona valiosa información sobre las poblaciones de estrellas en la Vía Láctea y otras galaxias. Además, permite comprender su distribución espacial, composición química, edad y movimiento. No obstante, aún existen grandes preguntas sobre la formación de estrellas y la demografía estelar, aspectos clave para entender la estructura del universo y las galaxias.

Una de las motivaciones para el estudio de los remanentes estelares es el desarrollo de nuevas tecnologías. Lee Alardin explicó que debido a las altas temperaturas de estos cuerpos celestes, que emiten luz ultravioleta, rayos X y gamma, se deben crear nuevos instrumentos, observatorios y software. Estos avances no solo sirven para la astronomía, sino también para otras áreas de la ciencia, como la medicina. Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19, un equipo de la UNAM adaptó técnicas astronómicas para el análisis de placas de tórax y la detección de lesiones pulmonares.

En los últimos años, observatorios como LIGO y Virgo han hecho descubrimientos trascendentales en la astronomía, incluyendo la detección de agujeros negros en sistemas binarios con masas de entre 50 y 200 veces la del Sol. Estos hallazgos plantean nuevas preguntas sobre qué tipos de estrellas originan agujeros negros de estas características, desafiando la comprensión previa sobre su formación y evolución.

Lee Alardin también destacó la importancia de la colaboración internacional para el desarrollo de proyectos astronómicos. Los observatorios requieren grandes inversiones, y la creación de infraestructuras astronómicas en lugares estratégicos, como islas o cordilleras montañosas, implica una colaboración técnica y científica global. La inversión compartida permite llevar a cabo proyectos de mayor envergadura y alcance.

En cuanto a los proyectos a futuro, Lee Alardin destacó el lanzamiento del proyecto LISA, previsto para 2037. LISA lanzará tres satélites para observar ondas gravitacionales de baja frecuencia, complementando los avances realizados por LIGO y Virgo en el rango de altas frecuencias. En México, también juega un papel crucial el telescopio robotizado Colibrí, recientemente instalado en el Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir. Este telescopio tiene como objetivo observar y seguir los estallidos de rayos gamma, trabajando en red con otros telescopios en China y el satélite franco-chino SVOM.

"Los remanentes estelares son más que vestigios de estrellas extintas: son la clave para entender el origen y el futuro del cosmos", concluyó Lee Alardin. Con proyectos como LISA y Colibrí, la humanidad está más cerca de descifrar los misterios del universo y comprender su evolución.